tiritiTripoli

Los días de un madrileño por la capital de Libia

Home, sweet home

Ashid, un libio muy simpático que nos ayuda con cualquier cosa que necesitemos, va al volante. Se mueve con soltura por la jungla del tráfico tripolitano, y mientras él ni se inmuta, nosotros, recién llegados, no podemos abandonar la sensación de asombro que te provoca circular por esta ciudad. Nos salimos de la avenida de Fashlum y cogemos una de esas calles sucias y sin asfaltar. Pasamos dos calles más, un cruce en el que hay una mezquita y tras un par de giros,  aparcamos delante de una casa grande, de tres plantas. Por fuera está sin pintar, es color gris oscuro, como si el cemento estuviera permanentemente húmedo. En la puerta nos recibe el amable señor Milad, un hombre mayor, profesor de contabilidad en la universidad de Trípoli, y que se acabará convirtiendo en nuestro casero.

Vamos a ver el tercer piso; en el primero viven Milad y su familia y la segunda planta la ocupa un empleado de la embajada de Azerbayán, con su mujer y un crío de 3-4 años muy gracioso, menudo, con el pelo largo y revuelto. En el rellano de cada planta, un enorme zapatero a las puertas del apartamento (muy sensato para no meter en casa más arena de la que ya se cuela por cualquier rendija). Últimos peldaños, puerta de madera, cerradura antigua, et voilá, bienvenidos a la república independiente mi casa:

salon 2IMG_5433IMG_5607

Tenemos de todo. Proyector en el salón (una idea cojonuda), nevera americana (de esas que tienen dentro un enano que hace cubitos de hielo, y luego tú solo tienes que apretar un botón mientras sujetas el vaso), lavavajillas (que no usamos), secadora llena de trastos (yo acabo de llegar, preguntar al señor Milad…), aire acondicionado (imprescindible dentro de unos meses) y mascotas, 10 peces que no paran quietos en una pecera de por lo menos metro y medio de largo. Salón y cocina son lo más interesante. El resto no tiene gran cosa; como toda la casa, las dos habitaciones son muy grandes, y todo a escala: cada una tiene un armario enorme que cubre prácticamente una pared entera y llega casi del suelo al techo, las camas también son grandes, y todavía sobra espacio –ocupado con una alfombra– para meter otra cama igual sin problemas. El baño, contra todo pronóstico (nótese aquí la ironía) también es grande.

Estas son las vistas desde la terraza de la cocina:

w

Para mí, nuestra casa es otro ejemplo de los contrastes que se pueden ver en Trípoli. Quizá exagere, pero la calle de la foto (que ha salido muy favorecida, prometo que en directo pierde) es la mejor de las que rodean la casa, y la verdad es que me resulta sorprendente ir por calles así y luego encontrarme casas tan pintonas por dentro. Sin embargo, aunque no todos los pisos son así, que ocurra esto aquí no es raro. Fuimos a ver varias casas, y en más de una tuvimos la misma sorpresa. Las calles están hechas una pena, sobretodo porque durante la dictadura el régimen no dedicaba un duro a nada que fuera público, así que creo que las ganas de sentirse a gusto y vivir en un espacio bonito junto con la costumbre de hacer mucha vida en casa son la explicación de porqué se curran tanto las casas. Un último detalle que también podría tener algo que ver es que muchas veces las manos que estrechas cuando saludas al casero son las mismas que pusieron los ladrillos…

Los precios de la vivienda han subido mucho en Trípoli desde la guerra porque es la ciudad más segura del país, y mucha gente está viniendo a vivir aquí (entre 1 y 1,5 millones de habitantes). Esto, inevitablemente, nos lleva a la famosa ley de la oferta y la demanda…y dada la situación, toca aprovechar y hacer caja. Como mínimo, aunque el piso o la zona fueran peor que el nuestro, nos cobraban 1.500 dinares, que es lo que pagamos aquí (vienen a ser unos 920 euros). Pretendíamos algo más barato y sencillo, pero visto el panorama y las opciones posibles, este “pisito” fue nuestra elección.

El lado negativo de esta casa es no poder compartirla con familia ni amigos. “¡Es perfecta para invitaros a todos!” fue lo primero que pensé al entrar con las maletas por la puerta… ¿Para qué quieres esta casa solo para ti? Bueno sí, para estar a gusto. Pero sólo si la puedes disfrutar con los demás es cuando realmente tienes una casa genial. Así que lo dejaré en que el piso, a día de hoy, es chulo, pero salvo que vengáis, nunca será genial de verdad.

De nuevo, bienvenid@s.

Navegación en la entrada única

9 pensamientos en “Home, sweet home

  1. Me gusta leer tus post, sigue narrando tu vida y tus historia Alitas. Un fuerte abrazo desde Oslo

  2. carlos en dijo:

    yo eso tengo que verlo…que si no me puedes estar engañando…asique vete haciendote a la idea que tendras que okupas!!!jejeje

  3. Clarita en dijo:

    vivis como marajás! cuidao con los peces, dice mama que los cuideis bien, no vaya a ser que les de por comer becario despistado…

  4. Cuando yo era pequeño vivíamos en Vallecas y las vistas no eran mucho mejores la vivienda por descontado ni parecida y las calles tal como dices llenas de barro y sin pavimentar y eso era el común denominador de todas las viviendas en los barrios que se crearon para los recién llegados a la capital de España y eso los más suertudos otros al chabolo ¡enhorabuena! eso es un lotf de manjatan …un beso del tito.

  5. Soy muy afortunada, porque aparte de poder leer tu blog, al que ya te digo que estoy enganchada y esperando disfrutar de una nueva entrega, he podido ver vuestra pecera. Este fin de semana he estado con Clara en Coruña y me ha enseñado fotos. Pero cuidado, sobrino, que los peces tienen una pinta de pirañas que no pueden con ella. No sé, quizá debería acercarme por allí e inspeccionarles. Además, me gustaría ver in situ ese pedazo de casoplón al que ya te digo que se le pueden perdonar las vistas. Muchos besos

  6. jolín vaya casita te has echado Luke!! la verdad que es sorprendente los contrastes que se viven en estos países. Nosotros aquí viviendo en casa de la leche y en cuanto sales un poquito del círculo (en mi caso) o te asomas a la ventana (en el tuyo) zas! aparecer la realidad del país, que nada que ver con nuestras casas…como ya nos imaginábamos, toda una aventura

  7. gnigorra en dijo:

    piensa que cuando vuelvas echarás mucho de menos esas vistas…así que no pierdas detalle! Como dice alguno por aquí arriba, no des por cerrado el hecho de las visitas, esa casa está pidiendo que la rentabilicemos 🙂

  8. Jaime Hernández en dijo:

    Menudo “pisito“!!! Me alegro de ver que vais a tener una casa genial, podeis llamar a los del programa de las casas para que os visiten.
    En cuanto a lo de hacer la casa perfecta…¿Cuanto cuesta viajar a Tripoli?
    Un abrazo Luck!
    Espero ansioso la siguiente entrega

    • jiji aquí no hay montañas jaime…bueno si, de arena!igual no te motivan mucho amigo, q la cabra tira al monte 🙂 el q iba a disfrutar como un enano aquí es Dexter, jaja
      un abrazote muy grande!

Deja un comentario

Jerry

Los días de un madrileño por la capital de Libia

Wall$treet Report

Los días de un madrileño por la capital de Libia

A vueltas con el Golfo

Los días de un madrileño por la capital de Libia

Blog de Ángel Martín

Los días de un madrileño por la capital de Libia

Los días de un madrileño por la capital de Libia

webtrenador

Los días de un madrileño por la capital de Libia

futbolistasdeizquierdas

El blog del libro de Quique Peinado | Publicado por Léeme Libros

Traveling Eyes

Images from here and there

Al norte del Ganges

Los días de un madrileño por la capital de Libia

Kurioso

kuriosidades del MundoReal™

Espeleo50

Los días de un madrileño por la capital de Libia

El blog de Silvia

Blog donde os mantendré (o por lo menos lo intentaré) informad@s de mis venturas y desventuras por San Salvador

Pasen y lean

Los días de un madrileño por la capital de Libia